miércoles, 14 de mayo de 2014

TIRO OLÍMPICO, DE GRECIA A YAVI

TIRO OLÍMPICO, DE GRECIA A YAVI
Eduardo Armella es para el deporte jujeño, el único representante en juegos Olímpicos de nuestra provincia y del norte argentino. Aquí su recuerdo, su trayectoria y su legado.

La historia del Tiro Olímpico se remonta a la primera Olimpíada celebrada en Atenas en 1896, pues el barón Pierre de Coubertin, a quien se reconoce como padre de los Juegos Olímpicos de la era moderna, fue siete veces campeón en su país, Francia, así es  que  abogó para que se incluyera este deporte dentro del calendario olímpico. El tiro ha estado presente en todas las Olimpiadas, menos en 1904 y 1928. Las mujeres empezaron a participar en México 1968 junto a los hombres. Y no fue sino hasta 1984 que ya tienen sus pruebas especificas. En los Juegos Panamericanos, este deporte está presente desde su primera edición en  1951 oportunidad en la que se realizaron en nuestro país. Es importante saber que las competencias internacionales de Tiro en sus distintas  modalidades, se rigen desde 1998 por las normas de la Internacional Shooting Sport Federation (ISSF).
Dentro de este contexto, surge una figura humilde, de característicos rasgos norteños, de andar firme como su pulso, de mirada sincera y certera, imaginando seguramente alguna silueta estática o móvil, pensando en hacer  centro, o quizás imaginando las interminables aguas del mar que lo transportarían a horizontes más allá de su Yavi natal.
 Eduardo Florentino Armella, jujeño, argentino, marinero y deportista como pocos, representó a nuestra provincia y a nuestro país en las mas encumbradas competencias internacionales, es hasta hoy, el único deportista jujeño en participar en los Juegos Olímpicos, como los  de Japón en 1964. Transcurrieron cincuenta años, y los cambios que se fueron produciendo en la sociedad como en el  deporte, no nos deben impedir recordar a quien pensó que la superación, no solo es fruto del talento, también es fruto del trabajo, la disciplina, el esfuerzo, y seguramente, algo de fortuna. Eduardo Armella nació el 20 de junio de 1928, en Yavi, provincia de Jujuy. Con tan solo 18 años ingresaba a la Armada Argentina, egresando en 1947 como Cabo Naval, pasando a situación de retiro en 1993.
EDUARDO ARMELLA-OLÍMPICO JUJEÑO
Su actividad deportiva se inició a los diez años, en la Sociedad de Tiro y Gimnasia,  en aquel entonces  bajo la dirección de su padre, quien era responsable del polígono. No tardaron mucho tiempo en llegar los primeros resultados, pues a los quince años, junto a su padre y a un  hermano, ganan  su primer torneo, que marcaría ese largo sendero de logros deportivos  en  toda su vida deportiva. Desde 1959 integró distintas delegaciones argentinas que lo llevaron a participar en diferentes compromisos deportivos no solo en nuestro país sino a nivel Sudamericano, Panamericano, Mundiales y en 1964, representando a nuestro país en los Juegos Olímpicos de Japón.
Mencionar sus conquistas deportivas, nos remonta a aquellos años en los que lo vieron coronarse Campeón Sudamericano, Campeón Rioplatense, Campeón Argentino de Tiro, Maestro Tirador Mundial, Instructor de Tiro, desempeñándose además como secretario de la Confederación Sudamericana de Tiro, fue integrante de la Junta Ejecutiva de la Federación Argentina de Tiro en los períodos 1982 al  1988 y 1995 al 1998. Asimismo fue integrante de la Confederación Americana de Tiro. Se  desempeñó como Juez Internacional de la ISSF habiendo alcanzado la máxima categoría “A”, fue conferencista, colaborador de revistas especializadas en tiro, entre otros cargos, que hablan de su capacidad y personalidad.
 El 14 de enero de 2011 fallece  en San Salvador de Jujuy.
Eduardo Armella, escribió su propia página en el deporte jujeño y argentino, más allá de sus logros deportivos, está el legado de su entrega y compromiso como persona por un deporte que se reconoce como Olímpico por excelencia.


                                                                     SERGIO TOLABA
                                                              ACADEMISTA OLÍMPICO


JUEGOS OLÍMPICOS DE SAN LUIS 1904


JUEGOS OLÍMPICOS DE SAN LUIS 1904
Días Antropológicos en San Luis 1904, la mayor afrenta racista en la historia del deporte
En 1904, durante la disputa de los Juegos de San Luis, se llevó a cabo la que está considerada la mayor mancha racista en la historia del deporte. Muchos son los episodios de racismo que se han dado a lo largo de la historia del deporte. Por desgracia, aún en nuestros días. Pero nadie duda de que el capítulo más grave, más lamentable, se produjo en 1904, durante la disputa de los Juegos Olímpicos de San Luis. Eran otros tiempos, se trató de un hecho que hoy nos parecería inadmisible, pero no hay duda de que dejó marcado para siempre el espíritu del olimpismo. Fue la tercera edición de los Juegos Olímpicos modernos -los primeros en continente americano-, una de las más importantes para sentar las bases del futuro. Porque se estrenaron deportes posteriormente vitales como la natación, y porque se repartieron por primera vez las medallas. Pero paralelamente a su disputa, se decidió organizar unos Antrophological Days. Dos jornadas de bochornoso racismo, para los que se obligó a competir a aquellos que los estadounidenses consideraban "seres primitivos", como negros africanos, indios sioux y de otras tribus, moros, patagones, sirios, o pigmeos. Una triste parodia de los Juegos con el único fin de demostrar la supuesta superioridad física y moral de la cultura anglo-americana, y que se convirtió en un lamentable espectáculo, denigrando a unas razas que por aquel entonces se consideraban inferiores e indignas. Era la manera perfecta, consideraban los organizadores de tal evento, William J. McGee y James Sullivan, figuras importantes en la antropología y en el deporte estadounidense respectivamente, de demostrar la inferioridad del mundo indígena. Con ello se pretendía demostrar su completa jerarquía racial. Durante el primer día, les pusieron a competir en deportes ya habituales para los Juegos Olímpicos; deportes, en cualquier caso, a los que estas personas no estaban habituadas y para nada interesadas en realizar. Las carcajadas de los espectadores -muy numerosos- se desataban cuando, por ejemplo, uno de ellos era capaz de lanzar el peso a sólo tres metros, cuando en realidad era un ejercicio que estaban realizando por primera vez. En la segunda jornada dieron paso a deportes supuestamente más habituales para los salvajes, como les denominaban. Por ejemplo, les hacían disparar flechas con arcos -posteriormente, deporte olímpico- o subirse a árboles en la menor brevedad posible. Pierre de Coubertin, el fundador de los Juegos Olímpicos modernos y verdadero valedor y defensor del espíritu que debía acompañar esta celebración, quedó muy molesto y dolido. No tanto al principio, cuando consideró la idea como una "travesura de país joven", sino cuando comenzó a celebrarse la lamentable exhibición, y pudo contemplar in situ la crueldad y ofensa que se producía dentro de ella. Fue entonces cuando tildó aquellas jornadas de "mascarada ultrajante", y, totalmente indignado, soltó una frase profética: "Esto dejará de existir cuando estos negros, estos cobrizos, estos amarillos, aprendan a correr, a saltar, a lanzar, y dejen a los blancos que hoy les están humillando por detrás de ellos". Así ha sido.

Y mientras, un atleta negro haciendo historia

En cualquier caso, no deja de sorprender que durante estos Juegos Olímpicos de San Luis, durante esta mancha imborrable de racismo en el deporte, se viviera la primera medalla olímpica de un atleta negro norteamericano. Se trataba de George Poage, hijo de esclavos nacido en Missouri en 1884, y que consiguió llegar al instituto, donde brilló tanto en el campo deportivo como a la hora de estudiar, convirtiéndose en el primer africano-americano en graduarse de la escuela.

Ya en la Universidad de Wisconsin, donde entró para estudiar Historia, comenzó a formar parte del equipo universitario de atletismo, siendo también el primer atleta negro que lo conseguía. Y aunque no lo tuvo fácil, fue ganándose el respeto de todos a medida que iba ganando carreras. En 1904 terminó la carrera, con una tesis final llamada "Una investigación sobre las condiciones económicas de los negros en el Estado de Georgia durante el periodo de 1860-1900". Y ese mismo año fue llamado para competir con el equipo estadounidense en los Juegos Olímpicos de San Luis. Ahí se convirtió en el primer atleta negro que conseguía una medalla olímpica. Y lo hizo por partida doble: bronce en los 200 metros vallas y en los 400 metros vallas. Eso, a pesar de que le solicitaron en más de una ocasión que se sumara al boicot que estaban realizando los africano-americanos a causa, precisamente, de aquellos Días Antropológicos. Probablemente, las medallas ganadas por Poage fueron la mejor manera de demostrarles que estaban muy equivocados.

Fuente: libertad digital


                                                                               SERGIO TOLABA
                              ACADEMISTA OLÍMPICO