miércoles, 14 de enero de 2015

Eduardo Armella y su legado olímpico







LEGADO SIN TIEMPO
Desde tiempos inmemoriales, el deporte tiene
un lugar en la vida de los hombres, aún sin saberlo, tal vez como una condición
ineludible para su supervivencia, desde lo lúdico quizás, o últimamente como un
fenómeno sociocultural.
Ha llevado su tiempo para comprender la
verdadera importancia del deporte, más allá de ser un agente de salud, es la
manifestación genuina de trabajo, esfuerzo, disciplina y superación, que no
siempre se ve coronado con el éxito o con la victoria.
Jujuy tiene el privilegio de contar con
deportistas de un talento innato que los ha llevado a distintas latitudes,
muchos de ellos hoy olvidados, pero es bueno compartir con las nuevas
generaciones de atletas, las experiencias de quienes marcaron un camino y es el
caso de don Eduardo Florentino Armella, nacido 
en la puneña localidad de Yavi un 20 de junio de 1928,  todo un presagio ya que con el tiempo, se
transformó en marinero y representante argentino en el deporte mundial,
llevando los colores de nuestra bandera.
Su historia es casi sin tiempo, como su
legado, pues hablar de tiro en Jujuy es hablar de Eduardo Armella, quien con
sus cortos diez añitos, ya se animaba a tomar un arma y con la supervisión de
su padre,  obtenía los primeros  buenos resultados.
La Armada tanto como el tiro, lo llevaron a
lejanos horizontes donde tuvo el mismo equilibrio como portar un arma corta o
una carabina, con buen pulso y una mirada certera, Armella paseó por distintos
polígonos, nacionales y del mundo con tan buenos resultados que no tardó en ser
convocado para torneos Panamericanos, Sudamericanos, Mundiales y su mayor
orgullo: LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE TOKIO DE 1964.
Su disciplina, su contracción al trabajo,
marcan que el deporte es una cuestión de talento, pero además acompañada de
mucha dedicación, lo cual lo transforma en Maestro Tirador Mundial, entre otros
títulos que ponen en evidencia su enorme jerarquía no solo nacional sino
también internacional.
Para los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964,
el Comité Olímpico Argentino seleccionó a 110 atletas, entre los deportes
estaban la equitación, atletismo, natación, boxeo, judo, tiro, zarpando todos
en el buque a vapor “Andes” del puerto de Buenos Aires con la ilusión olímpica
como bandera. No fue buena la performance de los deportistas argentinos, ya que
todavía no se había instalado la idea del apoyo al deporte olímpico, obteniendo
solo una medalla de plata de las manos de la equitación con el capitán Carlos
Alberto Moratorio, montando en la oportunidad a “Chalán” y cosechó ocho
diplomas olímpicos, uno de ellos también para la equitación, el boxeo, el judo,
el remo y el ciclismo,
Tras cincuenta años, Jujuy tiene nuevamente
otro deportista en Juegos Olímpicos, como es el caso de Camila Hiruela, en
voley playa, en los Juegos Olímpicos de la Juventud  de China, estos juegos representan la previa
de los próximos Juegos que sin dudas convocan a los mejores  entre los mejores, la cita universal del
deporte mundial y todo hace pensar que no  vamos a esperar otros cincuenta años, pues hoy
los atletas tienen otra visión del deporte, el Estado participa de otra forma,
centros de alto rendimiento que salen a buscar talentos, como el ENARD, desde
la ciencia, desde la infraestructura, desde la preparación de los entrenadores,
es decir, las expectativas son otras y las chances son más reales que simples
ilusiones.
Hoy no podemos perder de vista el legado de
este gran tirador Argentino, Jujeño y deportista, fallecido un 14 de enero de
2011, que sin pretenderlo, marcó un camino que muchos han olvidado, pero que
sigue entre quienes quieren llegar a las estrellas a través del trabajo, la
disciplina y el esfuerzo.




                                                                       
SERGIO TOLABA