EL SIDA EN JUJUY
Las estadísticas oficiales brindadas
por la responsable del Programa Provincial de Lucha Contra el Sida, Irma
Carrizo, acerca de los índices epidemiológicos de personas infectadas con HIV
en nuestra provincia, hablan a las claras de la disminución de casos. Cabe
aclarar que estas cifras son oficiales obtenidas desde las fichas
epidemiológicas que realizan los médicos de nuestra provincia que trabajan
dentro del sistema de salud público. En el marco del Día Mundial de Lucha
contra el Sida, que se celebra hoy 1 de diciembre, el Programa Provincial de
Lucha contra el VIH ha llegado a las 200 actividades en todo el ámbito
provincial para promocionar la prevención contra esta enfermedad y brindar
charlas y exposiciones sobre la concientización acerca del VIH.
Según las cifras suministradas, las
cuales muestran la realidad de esta enfermedad, desde el año 1991 hasta la
fecha, hay en Jujuy 2155 personas con VIH. Estas personas se distribuyen con
mayor frecuencia en las localidades de San Salvador de Jujuy, Libertador
General San Martín; San Pedro, Palpalá y El Carmen, mientras que en la región
puneña aun no han detectado casos.
Además indican que por mes, durante
los últimos 4 años en nuestra provincia, se diagnosticaron entre 16 a 20 personas con la
enfermedad, esto es debido al incremento en el número de testeos, ya que en el
año 2001 se realizaban cerca de 10 mil por año, y en el año 2011 subieron a mas
de 39 mil. También demuestran que en los dos últimos años la edad de detección
de la enfermedad ha bajado: en el 2009 la mayor frecuencia se registró entre
los 30 y 39 años, y desde el año 2010 bajo a entre 20 a 29 años.
La tasa de mortalidad por VIH en
nuestra provincia se encuentra relativamente igual o más baja que la media
nacional, que es de 2,5 personas por cada 100 mil habitantes, en Jujuy entre el
2009 y el 2011 se mantuvo en promedio de entre 2,4 y 2,8 por cada 100 mil
habitantes.
En relación a las mujeres embarazadas
diagnosticadas con VIH, de cada 100 embarazadas VIH positivas nacieron entre
uno y ningún bebé con la enfermedad, esto debido al tratamiento que reciben
durante su gestación.
Respecto a los niños portadores, se
registran entre 1 o 2 por año, y desde el año 1992 hasta el 2012 se detectaron
43 niños de entre 0 a
9 años de edad, de los cuales 13 han fallecido.
En nuestra provincia, como en gran
parte del mundo, la vía de contagio más común es la vía sexual, representados
por el 89% de los casos. Dentro de este porcentaje, la mayor frecuencia la
tienen las relaciones heterosexuales, es decir que el 65% de los casos
diagnosticados son en hombres que tiene sexo con mujeres; el 20% en hombres que
tiene sexo con hombres; 4% en personas bisexuales. Solo el 3% es por
transmisión vertical, es decir de madre a hijo. La vía de contagio con menor
índice es la de trasmisión por compartir drogas inyectables, representa el 1%,
y el 7% restante del total desconocen como contrajeron la enfermedad.
Sobre la trasmisión vertical del VIH,
es decir de madre a hijo, Irma Carrizo manifestó que “por año se diagnostican
entre 16 y 26 embarazadas con VIH, la mayoría de las mujeres de nuestra
provincia, fundamentalmente en las localidades pequeñas, están testeadas y son
embarazadas, pero lo que nos preocupa es que en las localidades grandes no
alcanzamos a cubrir el 92% de embarazadas testeadas”.
Acerca de los niños infectados con
VIH, la responsable del programa Provincial de Lucha contra el SIDA, comentó
que “los niños con VIH desde el 1992 hasta el 2012 suman 43, de los cuales
fallecieron 13. Hoy se encuentran distribuidos en Palpalá, Capital, Ledesma,
San Pedro, El Carmen y San Antonio. Estos niños fueron diagnosticados
tempranamente y a otros lamentablemente no se los pudimos diagnosticar a tiempo,
pero están bajo tratamiento actualmente.
EL SIDA Y LOS
DEPORTES.
INTRODUCCION
En 1989, la Federación Internacional de
Medicina Deportiva (FIMS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS)
presentaron una declaración conjunta sobre "El SIDA y los deportes"
que luego fue puesta en circulación. La aparición de nuevos datos ha propiciado
la revisión de este documento.
La postura de la FIMS constituye un resumen
de la información actualmente disponible dirigida a los médicos y a otros
profesionales sanitarios relacionados con la medicina deportiva, y que pretende
servir como guía para:
*
Entender la relación del VIH con los deportes.
*
Poner en práctica medidas preventivas para minimizar el escaso riesgo de
transmisión de este patógeno.
*
Desarrollar iniciativas educativas eficaces para los deportistas y para
otras personas relacionadas con los deportes y con esta infección, su
transmisión y su prevención, y
Proporcionar una guía para atender a los deportistas infectados por el
V.I.H.
DEFINICION
Habitualmente, el SIDA produce una
disminución de la función inmunológica
que, transcurrido un periodo de tiempo prolongado, puede asociarse con
síntomas clínicos evidentes. Debido al natural deterioro progresivo de este
proceso, las enfermedades producidas por el VIH-1 deben ser consideradas
crónicas, con tres fases claramente diferenciadas. De éstas, el SIDA representa
la fase final y mortal. Es frecuente que la infección inicial pase
desapercibida, y suelen ser necesarias entre 4 y 12 semanas para que la persona
se convierta en seropositiva para el VIH1. La primera fase del espectro de
enfermedades producidas por el VIH-1 puede durar hasta 10 ó 15 años, y es
asintomática. Un 50 por ciento de los pacientes infectados por el VIH presentan
SIDA durante los primeros ocho años de la infección, y durante este tiempo son
capaces de transmitir el virus a otras personas. Cuando los pacientes empiezan
a experimentar síntomas como sudores nocturnos, pérdida de peso sustancial y no
deseada, aftas, herpes zoster, aumento
de tamaño de ganglios linfáticos, diarrea crónica, fiebre de origen desconocido
ó infecciones recurrentes del tracto respiratorio superior han entrado en la
segunda fase de la enfermedad por VIH (a la que a menudo se conoce como
pre-SIDA sintomático precoz).
Sólo cuando la inmunocompetencia queda
gravemente afectada o se diagnostican infecciones oportunistas poco frecuentes,
como neumonía por Pneumocystis carinii, meningitis por criptococos,
toxoplasmosis o encefalitis por herpes simple, se diagnostica al paciente de
SIDA .
EPIDEMIOLOGIA
Según la OMS, se calcula que unos dos
millones de personas en todo el mundo tienen SIDA y que unos 10-12 millones de
personas están infectados por el VIH, causante del SIDA. La OMS también prevé
que, hacia el año 2000, entre 30 y 40 millones de personas estarán infectadas
por el VIH-1.
TRANSMISION DEL VIH
El VIH se transmite por contacto sexual,
por exposición parenteral a sangre o hemoderivados, por contaminación de
heridas abiertas o de mucosas por sangre infectada, o por vía perinatal de una
madre infectada a un feto o a un recién nacido.
Aunque el virus puede ser detectado en
varios líquidos del organismo, sólo la sangre tiene capacidad de contagiar en
lo que respecta a la práctica de los deportes. El virus no puede ser
transmitido al donar sangre, ni por picaduras de mosquitos ni otros insectos.
Las lágrimas, el sudor, la orina, el
esputo, el vómito, la saliva y las gotas procedentes del aparato respiratorio
no han sido implicadas en la transmisión de la Infección.
TRANSMISION DEL VIH
POR LOS DEPORTES
En la actualidad no existen estudios
epidemiológicos bien documentados que evalúen la transmisión del VIH o de otros
patógenos hemáticos durante la actividad deportiva. Sin embargo, a pesar de los
datos en contra, la posibilidad teórica de que el VIH sea transmitido en
situaciones de práctica deportiva en las que se den exposiciones significativas
a sangre procedente de heridas abiertas no es nula.
La práctica de los deportes más
sangrientos, como el boxeo, la lucha
libre o el taekwondo, representa un riesgo máximo. El riesgo es moderado en la
práctica del baloncesto, el hóckey sobre hierba, el hóckey sobre hielo, el
judo, el fútbol y el balonmano, y la participación en deportes que requieren un
escaso contacto físico como el béisbol, la gimnasia o el tenis, representa el
menor riesgo de todos .
Hay que tener en cuenta que los deportes en
los que se producen colisiones representan un riesgo de exposición a la sangre
significativamente mayor que los demás deportes. Los deportistas que compiten
en ellos deben ser conscientes del pequeño riesgo teórico de contagio de
patógenos hemáticos.
La persona infectada que siga practicando
esta forma de competición asume una responsabilidad especial.
El mayor riesgo de que un deportista
contraiga una infección por un patógeno hemático no se da en el terreno
deportivo, sino en su actividad sexual y en el consumo de drogas por vía
parenteral
EDUCACIÓN
Al no existir curación para la infección
por el VIH ni vacuna para prevenirla, las técnicas de educación y prevención
siguen siendo los medios principales para el control de su diseminación. A los
especialistas en medicina deportiva les corresponde un importante papel en la
realización de actividades educativas dirigidas a los deportistas, sus
familiares, los preparadores físicos, los restantes profesionales sanitarios,
los entrenadores y demás personas relacionadas con los deportes. La abstinencia
o el sexo monógamo entre personas no infectadas son la única estrategia segura
para protegerse contra la transmisión sexual. En otras relaciones sexuales se
recomienda la utilización de preservativos con lubricantes acuosos. Está en
estudio la eficacia de los espermicidas que contienen nonoxinol-9; pueden ser
útiles como complemento del preservativo.
Además, existe riesgo de contagio al
compartir agujas y jeringas contaminadas en caso de consumo de drogas. En este
apartado hay que incluir tanto el consumo de suplementos ergogénicos, del tipo
de los esteroides anabolizantes, como el de drogas ilegales del tipo de la
heroína.
Los tatuajes realizados por personas que no
utilicen agujas desechables o que no esterilicen convenientemente las agujas de
un cliente a otro constituyen otra posible forma de contagio por aguja . Al viajar, los deportistas deben saber
que pueden entrar en contacto con una población en la que la prevalencia de
estos virus sea mayor. Además existe la posibilidad de que se les administre un
tratamiento médico peligroso, como una transfusión de sangre no controlada o
una inyección con una aguja contaminada.
Estas prácticas, junto con la costumbre de compartir objetos personales,
como cuchillas de afeitar, cepillos de dientes o cortaúñas, pueden suponer un
aumento del riesgo. Todo deportista debe conocer estos peligros potenciales.
La educación sobre el riesgo de transmisión
de enfermedades en la práctica deportiva es importante. Este riesgo, por improbable que sea,
puede ser reducido al mínimo adoptando medidas higiénicas tan de sentido común
como la atención inmediata de las heridas que sangran. Todo deportista debe ser
consciente de que, si se produce una herida sangrante, lo mejor para él es
informar de inmediato al encargado, al entrenador o al profesional sanitario
correspondiente. El personal sanitario debe ser instruido sobre las
precauciones universales y sobre su puesta en practica Los médicos
especialistas en medicina deportiva pueden desempeñar una importante tarea en
la educación general dirigida a la reducción del miedo y de los equívocos
relacionados con la transmisión de patógenos hemáticos entre los deportistas,
sus familiares y las personas relacionadas con los deportes. Las organizaciones
deportivas, y los propios deportistas, pueden contribuir significativamente al
esfuerzo educativo global. Muchas organizaciones deportivas han establecido
pautas para informar sobre las precauciones que permiten reducir la transmisión
de enfermedades por vía hemática en los deportes.
EL DEPORTISTA
INFECTADO POR ELVIH
Los especialistas en medicina deportiva
deben conocer todo lo referente al trato con deportistas infectados por el VIH.
Dada la continuidad de la epidemia de SIDA en todo el mundo, cada vez habrá más
deportistas con este diagnóstico. Aunque la infección por VIH constituye un
problema sanitario extremadamente grave, no está de más recordar que se trata
de una enfermedad crónica. Con frecuencia, su historia natural le concede a la
persona infectada muchos años de excelente salud y vida productiva
Por el momento, no existen estudios que
hayan evaluado los efectos del ejercicio intenso sobre un deportista
seropositivo para el VIH. Se ha demostrado que el ejercicio muy intenso suprime
el sistema inmunitario incluso de los deportistas de elite sanos que no son seropositivos.
La decisión de recomendar la práctica de
deportes de competición en estos casos debe tomarse de forma individualizada y
en ella han de intervenir el deportista, su médico de cabecera y el
especialista en medicina deportiva.
Las variables que hay que tener en cuenta
al respecto son las siguientes:
El estado de salud del deportista y la
situación de la infección por el VIH, La naturaleza e intensidad del
entrenamiento, La posible contribución del estrés derivado de la competición
deportiva, y El riesgo potencial de transmisión del VIH.
A tenor de la información médica y
epidemiológica actual, la sola presencia de infección por VIH es suficiente
para prohibir la participación en deportes de competición
EL EJERCICIO Y LAS
PERSONAS SEDENTARIAS INFECTADAS POR EL VIH
Aunque todavía no disponemos de datos
fiables sobre el entrenamiento de las personas sintomáticas infectadas por el
VIH, diversos estudios parecen indicar que un nivel moderado de actividad
física supervisada resulta seguro durante toda la evolución de la enfermedad.
Por consiguiente, sigue siendo necesario tomar precauciones en este sentido.
No están claros los efectos a largo plazo
del ejercicio agudo y exhaustivo en personas que padezcan enfermedades
crónicas. Así pues, es probable que los pacientes infectados por el VIH cuyo
sistema inmunitario esté suprimido, en los que la proporción de linfocitos
CD4+/CD8+ es baja, no deban practicar deportes hasta quedar agotados . Un
programa de ejercicio moderado puede mejorar la salud mental e impedir en su
caso el deterioro de la inmunidad.
De hecho, parece que el ejercicio
constituye una técnica terapéutica coadyuvante que puede desempeñar un
importante papel en el tratamiento de la enfermedad producida por el VIH.
Toda persona infectada por el VIH debe ser
sometida a una exploración física completa antes de iniciar cualquier tipo de
programa de actividad física. Los
programas de entrenamiento deben ser comentados con el médico y con un
especialista. Además se recomienda
iniciar el ejercicio mientras aún se esté sano. Siguiendo estas sencillas
recomendaciones, la práctica de ejercicio moderado puede representar una
actividad segura y beneficiosa para muchas personas infectadas por el VIH
LA PRUEBA DEL VIH
a) Prueba obligatoria
La prueba obligatoria o la
detección selectiva de patógenos hemáticos habituales no están justificadas por
razones médicas como requisito previo para la actividad o la competición
deportivas. Antes de poner en práctica cualquier programa de detección de
patógenos hemáticos en el ámbito deportivo deben tenerse en cuenta los
problemas prácticos, médicos, científicos y éticos que acarrearía.
Para empezar, no está claro a quién
habría que hacer la prueba. Además, habría que determinar la frecuencia de
ésta. Un resultado negativo no es garantía de invulnerabilidad. Aunque la
mayoría de las personas dan positivo a los 4 meses de verse expuestas al VIH,
en otras el virus puede tardar un año en hacerse evidente. Por esta razón,
habría que hacer las pruebas varios meses después de la actividad
potencialmente peligrosa. Un resultado negativo 12 o más meses después de la
posible exposición indica que la persona no está infectada. Otros factores que
hay que tener en cuenta con respecto a las pruebas obligatorias son los
desmesurados costes, así como los aspectos éticos y jurídicos relativos a la
población, en la que puede haber menores de edad. Todos estos datos indican que
no hay base racional para someter a los deportistas a pruebas de detección de
patógenos en sangre.
b) Prueba voluntaria
Debe aconsejarse que se sometan
voluntariamente a la prueba a los deportistas y no deportistas que hayan estado
expuestos a la transmisión.
Deben darse por aludidos quienes:
Hayan tenido varias parejas sexuales, Hayan
recibido inyecciones de productos no recetados por un médico, como drogas de
abuso o complementos ergogénicos, Hayan mantenido contacto sexual con personas
de riesgo, Padezcan alguna enfermedad de transmisión sexual, como la infección
por el VHB, o hayan recibido
transfusiones de sangre antes de 1985.
Para obtener el consentimiento informado y
analizar los resultados positivos y negativos es necesario seguir las normas
nacionales o locales en rigor. (que pueden variar).
El conocimiento de la situación personal en
lo que se refiere a las enfermedades transmitidas por la sangre, combinado con
un asesoramiento anterior y posterior a la prueba, puede ser una ayuda importante
para la educación preventiva.
Diversas razones avalan la utilidad de
conocer si se está infectado o no. Los pacientes asintomáticos infectados por
el VIH disponen de tratamiento, pueden modificar su conducta para adoptar
prevenir la posible transmisión de patógenos hemáticos y pueden recibir
asesoramiento adecuado sobre el ejercicio y la práctica deportiva. Cuanto antes
se sepa si la prueba ha dado resultado positivo, antes podrá llevarse a cabo la
correspondiente intervención médica, aumentando así las posibilidades de
prolongar la vida.
La Federación Internacional de Medicina
Deportiva estimula a adoptar con las personas infectadas por el VIH las mismas
medidas sanitarias públicas que en cualquier epidemia.
OTROS PATOGENOS
HEMATICOS
La hepatitis B (VHB) y la hepatitis C (VHC)
se contagian por las mismas vías que el VIH. El portador crónico del virus de
la hepatitis B representa el mayor riesgo de transmisión. El virus de la
hepatitis delta (VHD) requiere la presencia del VHB para que se exprese la
enfermedad; la enfermedad que produce es mucho más virulenta que la del VHB
solo. Los factores de riesgo de una y otra enfermedad son parecidos. El VHB
está mucho más concentrado en la sangre, por lo que se contagia más fácilmente
que el VIH.
En el
entorno sanitario general, el riesgo de contagio del VHB por exposición
parenteral es mucho mayor que el del VIH. Cabe suponer que el riesgo de
contagio relacionado con los deportes es mayor para el VHB que para el VIH.
Disponemos de pruebas de laboratorio
precisas para detectar el VHB y el VHC en sangre. No hay pruebas de que un
entrenamiento intenso para alta competición constituya un problema para el
portador asintomático del VHB (agudo o crónico).
En la actualidad existe una vacuna contra
el VHB que debe ser tenida en cuenta, en especial, por los profesionales
sanitarios. No hay recomendaciones específicas respecto a su empleo en
deportistas. Sin embargo, varios grupos de trabajo aconsejan la vacunación
universal contra el VHB tanto de los recién nacidos como de los adultos
jóvenes.
Las recomendaciones aplicables al VIH son
adecuadas asimismo para reducir el riesgo de infección por otros patógenos
hemáticos, como el VHB y el VHC .
ASPECTOS JURIDICOS
El principio de confidencialidad exige
guardar secreto sobre la información médica, salvo excepciones como las
correspondientes a las enfermedades de declaración obligatoria. Por
consiguiente, la responsabilidad del médico está muy clara. No puede hacérsele
responsable de avisar a los miembros del equipo contrario que no estén
infectados.
Esta responsabilidad le incumbe al
deportista infectado por el VIH. En todo caso, el deportista no infectado debe
saber que asume el riesgo (probablemente pequeño) de entrar en contacto con el
VIH o con otros patógenos hemáticos al participar en actividades deportivas,
porque no cabe dar por hecho que sus competidores estén libres del VIH (ni de
otros patógenos hemáticos). La situación no difiere de lo que ocurre con otras
lesiones inherentes a la práctica deportiva.
La responsabilidad respecto a la
transmisión sexual del VIH reside en la persona infectada. De momento, no hay
antecedentes jurídicos en lo que respecta a la transmisión del VIH en
competiciones deportivas. Se aconseja al médico que tome conocimiento de las
disposiciones locales y nacionales, y de las que regulan la confidencialidad.
ACTITUD Y MEDIDAS
PREVENTIVAS ESPECÍFICAS RESPECTO A LOS ACONTECIMIENTOS DEPORTIVOS
El riesgo de transmisión de patógenos
hemáticos en competiciones deportivas es extremadamente bajo. Sin embargo, todos los participantes en ellas
ayudarán a reducir ese riesgo si cumplen las siguientes normas, que son a la
vez útiles y fáciles de poner en práctica. Resulta fundamental aplicar el
sentido común y guiarse por los principios básicos de la higiene.
Dado que el riesgo de transmisión de
patógenos hemáticos en la práctica deportiva se limita al contacto con la
sangre, con los líquidos orgánicos y con otros líquidos que contengan sangre,
las medidas preventivas deben ir dirigidas al reconocimiento y tratamiento
inmediato de las hemorragias.
Se han elaborado las siguientes
recomendaciones para reducir al mínimo el riesgo de transmisión de patógenos
hemáticos en el contexto de los acontecimientos deportivos, y para ofrecer
pautas de tratamiento al personal sanitario.
Es esencial el cuidado adecuado de las
heridas ya existentes. Las abrasiones, cortes o heridas rezumantes que puedan
sangrar o servir como puerta de entrada de patógenos hemáticos deben ser
cubiertas con un vendaje oclusivo que resista las exigencias de la competición.
También los profesionales sanitarios que tengan heridas en fase de
cicatrización o dermatitis deben cubrirse las zonas correspondientes de forma
adecuada, para no contagiar al paciente ni ser contagiados por él.
El personal sanitario debe disponer del
equipo necesario para tomar las precauciones generales. Está constituido por
guantes de látex o de vinilo, desinfectante, lejía (preparada en fresco en una
dilución al 1:10 con agua del grifo), antiséptico, recipientes diseñados para
aislar el equipo o los uniformes (con bolsas o recipientes impermeables
independientes marcados adecuadamente para guardar los uniformes o
equipamientos manchados de sangre), vendas o vendajes, y un contenedor adecuado
para desechar las agujas, jeringuillas o bisturíes.
Durante el acontecimiento deportivo, la
detección a tiempo de las hemorragias es responsabilidad de los encargados, de
los deportistas y del personal médico.
Los participantes que sangren deben ser retirados del terreno de juego
en cuanto sea posible. La hemorragia
debe ser controlada y la herida lavada con jabón y agua o con un antiséptico.
Luego, ha de taparse con un vendaje oclusivo que resista las incidencias de la
actividad en cuestión. Cuando la hemorragia haya sido controlada y la herida,
si la hay, convenientemente cubierta, el jugador puede volver al campo.
Cualquier participante cuyo uniforme resulte manchado de sangre,
independientemente del origen de ésta, debe cambiarse antes de volver al campo.
Hay que recordar a los deportistas que es
su responsabilidad informar a tiempo de todas las heridas y lesiones que
padezcan, incluidas las anteriores a la actividad deportiva. En los deportes de
contacto es responsabilidad suya llevar el equipamiento adecuado en todo
momento, incluido un protector de boca.
El asistente sanitario que se ocupe de una
hemorragia aguda debe adoptar las precauciones generales. Cuando quepa esperar
el contacto directo con sangre, líquidos corporales u otros líquidos que
contengan sangre, debe ponerse guantes adecuados. Ha de cambiarse éstos después de tratar a
cada persona y, en cuanto sea posible, lavarse las manos con agua y jabón o con
un antiséptico.
Es frecuente que en la práctica deportiva
se produzcan abrasiones o cortes pequeños. Estos no obligan a interrumpir el
juego ni a retirar al participante de la competición. Si no sangran, deben ser
limpiados y cubiertos en el siguiente descanso reglamentario. Tampoco una pequeña mancha de sangre en la
ropa obliga a retirar al deportista ni a que se cambie de ropa.
La falta de equipo protector no debe
retrasar el tratamiento urgente de las lesiones que supongan un peligro para la
vida. Aunque el VIH no se transmite por la saliva, es posible que el personal
médico prefiera utilizar aparatos para practicar el boca a boca. Estos aparatos
deben estar disponibles siempre que sea posible.
Cualquier parte del equipamiento o del
terreno (por Ej., el tapiz de lucha libre) que se manche de sangre debe ser
limpiada de inmediato con toallas de papel o paños desechables. Las zonas
contaminadas deben ser desinfectadas con una solución preparada en ese mismo
día diluyendo una parte de lejía casera en diez partes de agua. Luego, hay que
secarles antes del nuevo empleo. Las personas encargadas de limpiar el
equipamiento o de recoger la ropa sucia deben llevar guantes.
Después de la competición hay que volver a
evaluar las heridas producidas durante la misma. Quizás sea necesario limpiar y
vendar de nuevo la herida. Además,
hay que recoger los uniformes o las toallas manchadas de sangre, para lavarlos
con agua caliente y detergente.
Las intervenciones realizadas en la sala de
entrenamiento deben ajustarse a las precauciones generales. El personal
sanitario debe llevar guantes. Las
manchas de sangre, líquidos corporales u otros líquidos que contengan sangre
deben limpiarse tal como se ha descrito antes. Hay que aconsejar a las personas
encargadas de transportar el equipamiento,
al personal de lavandería y a los conserjes que lleven guantes siempre que
quepa la posibilidad de que estén en contacto con piezas del equipamiento,
prendas u objetos manchados de sangre. Debe haber contenedores adecuados para
tirar las agujas, jeringuillas o bisturíes.
En muchas competiciones y pruebas
deportivas, sobre todo de ámbito escolar y comunitario, no hay personal médico.
Las pautas descritas no se aplican sólo a los médicos, preparadores físicos y
fisioterapeutas que intervienen en la actividad deportiva, sino también a los
entrenadores y responsables que asisten como ayudantes sanitarios primarios.
Todo el personal relacionado con el deporte debe conocer los primeros auxilios
básicos y el modo de controlar las infecciones, incluidas las medidas
preventivas descriptas.
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